17 de Agosto
HAY CONSECUENCIAS
El que anda en integridad, está seguro; el de perversos caminos caerá de repente. Proverbios 28:18, NRV2000.

—Si por alguna razón tuviéramos que separamos, ¿sabríamos dónde encontrarnos? A mí, por ejemplo, me podrían encontrar en las grandes bibliotecas del mundo.
— Me podrán encontrar dondequiera haya gente incapaz de vencer la adversidad.
Entonces todos los ojos se posaron en la Integridad.
—Y a ti, ¿dónde podríamos encontrarte? Con tristeza, la Integridad respondió:
— A mí, quien una vez me pierde, jamás vuelve a encontrarme (Querida hija, querido hijo, pp. 92,93).
Muy cierto. Porque la integridad no es algo que tú tienes. Es lo que eres en lo más íntimo de tu corazón. Es tu carácter. Por supuesto, esto no significa que si has cometido algún pecado, no puedes arrepentirte y recibir el perdón de Dios. Tampoco significa que no puedas levantarte y comenzar de nuevo. Siempre podrás hacerlo. El problema es que las manchas quedan, como nos lo enseña otra antigua historia.

Algo parecido a lo que le pasó al rey David después de cometer adulterio con Betsabé. Se arrepintió profundamente y Dios lo perdonó, pero «los huecos» (las consecuencias) quedaron. Así de malo es el pecado.
Padre amado, en medio de este mundo de pecado, quiero conservarme puro, como José, en Egipto; y fiel como Daniel, en Babilonia. Ayúdame a lograrlo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario