Un gran número de personas, se pasan la vida lamentándose y quejándose de lo que son, de lo que tienen y de lo que no tienen, en lugar de apreciar las maravillosas bendiciones de las que están rodeadas, y esforzarse por alcanzar las cosas que desean. Dejan de mirar lo que sí tienen, lo grandiosos que pudieran ser y de lo que podrían lograr si tan solo pusieran de su parte.
Puedo decir con seguridad que las personas que más se quejan son las que menos se esfuerzan, son las que menos hacen algo para mejorar la “terrible” situación en la que dicen estar, la condición humana cada día se vuelve más triste, las personas se esfuerzan menos por alcanzar metas (si es que existen metas trazadas); y no se dan cuenta que al final del día los más perjudicados o beneficiados en todo esto, son ellos mismos. Toman la vida que Dios les concede como una oportunidad para levantar la voz y quejarse de todo lo que les sucede.
Volvamos al ejemplo de la joven estudiante, lo primero que ella hizo cuando le hicimos ver la condición en la que se encontraba, fué culpar a otras personas y a las circunstancias. El ser humano en la vida diaria actúa de la misma manera, en lugar de aceptar su situación y pensar en como salir de ella, busca culpables para aminorar el martirio de su propia conciencia, incluso hay ocasiones en que busca los errores de quien le hace ver su condición para sentirse mejor y para acallar la voz que lo ha sacudido, se niega a darse cuenta de que las quejas que ha exteriorizado son para él mismo.
La segunda reacción de la joven al escuchar un testimonio similar al suyo pero con diferentes resultados, fue su mejor lección. Sin darse cuenta reconoció la mediocridad de sus pensamientos y respondió “si yo estudiara en esa universidad, entonces si le pondría ganas”. En ese instante aceptó la forma en que enfrenta su situación, simplemente no se había esforzado en absoluto, lo que significa que su bajo rendimiento no se debía a los profesores, ni a la escuela, ni a los métodos de evaluación, sino a ella misma. No había hecho nada para remediar su triste situación; y estoy segura de que después de reflexionar en sus propias palabras, cayó en cuenta de lo que debía hacer.
Querido amigo, amiga que lees estas palabras, no podemos ir por la vida deseando situaciones, circunstancias, o alternativas que no tenemos, debemos estar concientes de nuestra situación sea cual sea, debemos enfrentar nuestras debilidades, y luchar con lo que tenemos para alcanzar lo que queremos. Eso me recuerda a un hombre muy pobre que decía, si yo hubiera nacido en una familia adinerada vendría y ayudaría a los pobres que viven en este lugar, la realidad de este hombre es que no nació en una familia adinerada, y tampoco había hecho algo por ayudarse a si mismo, cómo podría pensar en ayudar a otros si el no hacia algo por su situación, se pasó mas de 40 años pensando de esa forma y murió siendo un pobre enfermo de alcoholismo que en lugar de enfrentar y vencer sus obstáculos se pasó toda la vida siendo un esclavo de su mediocridad
¿En qué circunstancias te encuentras hoy?, ¿estas haciendo algo por cambiarlas? o solamente estas siendo esclavo de lo que no eres, lo que no tienes y lo que no puedes. Si es eso lo que piensas entonces te dejo una hermosa promesa de tu mejor amigo:
“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el Señor tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josue 1:9)
Keila Olivera Gongora.
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