En una reunión de un claustro de profesores de enseñanza secundaria escuché una de las interpretaciones más curiosas de la adolescencia. Refiriéndose a los múltiples problemas que aparecen en esta edad, uno de los profesores dijo:
"Estoy convencido de que todo este asunto de la adolescencia es un montaje de los alumnos para aprovecharse de nosotros. No tienen ganas de estudiar, y lo tenemos que comprender... porque son adolescentes. No obedecen las normas de la escuela porque están en una edad difícil. No obedecen a los padres porque están sufriendo los cambios de esta etapa tan delicada. En definitiva, se están haciendo dueños de la situación enarbolando la bandera de la adolescencia."
Aunque quizá semejante declaración resulte acertada en determinados casos, no podemos, sin embargo, negar la realidad de unas peculiaridades propias -bastante significativas, por cierto- de ese estado vital.
Entre los estudiosos del asunto se observan un cierto desacuerdo sobre la naturaleza de dichas características y, especialmente, sobre el modo de enfrentarse a ellas. Existe, sin embargo, un general consenso en cuanto al reconocimiento de la realidad de esa etapa llamada adolescencia.
La adolescencia es, en definitiva, el periodo de transición entre la niñez y la edad adulta.
La adolescencia a través de la historia
El concepto de "adolescencia" viene de antiguo. Ya Aristóteles señala ciertas características negativas en el adolescente:
Está lleno de pasión y de deseo sexual, es irascible y propenso a dejarse llevar por sus impulsos. No obstante, añade que el adolescente es caritativo, confiado, seguro de sus afirmaciones y con elevadas aspiraciones.


Sigmund Freud, el fundador del psicoanálisis, explica la adolescencia como el restablecimiento de los impulsos sexuales perdidos en la niñez. Su conclusión es que estos cambios traen consigo trastornos internos en la vida del adolescente: ansiedad, aislamiento, confusión y culpabilidad.


¿Quién soy?
¿A qué me dedicaré?
¿Acepto o no las ideas de la generación anterior?
Se trata del periodo de búsqueda de la identidad personal. Unos resuelven el problema fácilmente, otros tardan años; pero todos tienen que plantearse estas preguntas.
Jean Piaget enfatizó el aspecto intelectivo de la adolescencia como etapa culminante del desarrollo intelectual, que dota a cada individuo de las aptitudes mentales necesarias para adentrarse en las complejidades del conocimiento. Pasada la adolescencia el sujeto ya piensa como adulto.
En la actualidad se admite la tremenda magnitud de la actividad endocrinológica de la adolescencia, que motiva cambios de diversa índole. En cuanto al efecto que todos estos cambios ejercen sobre cada sujeto, existen diferencias individuales muy grandes; y lo que para algunos es un periodo de turbulencia, para otros puede resultar una etapa normal y carente de dificultades serias.
Además de los posibles problemas, también se reconoce hoy el gran potencial del adolescente, quien cuenta con atributos que lo capacitan para asegurarse logros significativos.
Fuente: Para adolescentes y padres de Julian Melgosa