La gloria, la honra y la alabanza sea para el Dios del Universo quien ha provisto salvación para ti y para mi.
Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel! Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu Señor (Mateo 25:21)
Algún día quisiera escuchar esas palabras de labios de mi Señor y Salvador Cristo Jesús; pero como leímos necesitamos ser buenos y fieles.
Un día escuche que somos similares a las personas con las que nos relacionamos, imitamos incluso actitudes y modos de quienes están cercanos a nosotros. Si convives con personas que se dedican a robar, lo más probable es que pronto seas ladrón; si convives con personas que se expresen con palabras groseras, lo más probable es que pronto tengas un lenguaje grosero; si convives con personas adictas, lo más probable es que pronto te conviertas en una de ellas; pero déjame decirte que si convives con Jesús lo más probable es que pronto escucharás su voz diciéndote ¡Bien, siervo bueno!, porque serás semejante a él, servirás como el servía, ayudarás como él ayudaba y estarás tan cerca de él, como él lo estaba de su Padre; y entonces desearás estar a su lado para siempre, su ley no será una carga para ti, será un placer porque cuando convivimos con Jesús inevitablemente nos enamoramos de él y cuando nos enamoramos de él deseamos hacer lo que sea necesario para estar siempre a su lado, de ahí vienen la palabra leal. Leal viene del latin legalis, o sea, “lo que es conforme a la ley”. La persona leal es la persona “de ley”, un ser que asume el deber de cumplir lo prometido y mantener las reglas que libremente ha querido asumir. Lealtad es fidelidad al compromiso de defender lo que creemos y en quien creemos, en los buenos y en los malos momentos. Será entonces cuando nuestro Señor nos dirá ¡Bien siervo bueno y fiel!
Cierto famoso filántropo incrédulo, ordenó a sus empleados un viernes, que el sábado por la mañana fue señal puerto para descargar un buque recién llegado. Un joven escribiente suyo contestó tranquilamente: --Señor G, no puedo trabajar los sábados.
--Ya conoce usted el reglamento –le contestó el señor G.
--Sí Señor, lo conozco, y aunque soy el sostén de mi anciana madre, no puedo trabajar los sábados, que son dedicados al Dios que me permite estar vivo hoy.
--Bueno, pues, suba usted al despacho y el cajero le entregará su finiquito—dijo el señor G.
por espacio de tres semanas anduvo el joven buscando trabajo. Cierto día se presentó un banquero al incrédulo señor G., preguntándole si podía recomendarle persona honrada y fiel para cajero de un banco que iba a abrirse. El señor G mencionó al joven que había despedido, recomendándolo como persona a propósito.
--Pero –dijo el banquero--, acaso no usted lo despidió?
--Sí –respondió el señor G--, lo despedí porque no quería trabajar los sábados, -y el hombre le explico sobre la fe del muchacho y su “necedad en respetarla”….y el banquero respondió: Pero un hombre que puede perder su puesto por no violentar su conciencia, servirá bien de cajero de confianza.
La lealtad y fidelidad a Dios se deja ver aún en las pequeñas pruebas, porque quien se ha enamorado de Jesús sabe que el habrá de proveernos de lo que necesitamos, si el dio su vida por nosotros, les garantizo que no hay nada que él no pueda hacer para que estemos bien. Amigos y hermanos míos no duden en ponerse de parte de la justicia de Dios, aun cuando se desplomen los cielos. Porque será entonces cuando escucharemos a nuestro Señor decir; ¡Bien, siervo bueno y fiel! Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu Señor.
Preparémonos para entrar en el gozo de nuestro Señor por toda la eternidad!!!
Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel! Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu Señor (Mateo 25:21)
Algún día quisiera escuchar esas palabras de labios de mi Señor y Salvador Cristo Jesús; pero como leímos necesitamos ser buenos y fieles.
Un día escuche que somos similares a las personas con las que nos relacionamos, imitamos incluso actitudes y modos de quienes están cercanos a nosotros. Si convives con personas que se dedican a robar, lo más probable es que pronto seas ladrón; si convives con personas que se expresen con palabras groseras, lo más probable es que pronto tengas un lenguaje grosero; si convives con personas adictas, lo más probable es que pronto te conviertas en una de ellas; pero déjame decirte que si convives con Jesús lo más probable es que pronto escucharás su voz diciéndote ¡Bien, siervo bueno!, porque serás semejante a él, servirás como el servía, ayudarás como él ayudaba y estarás tan cerca de él, como él lo estaba de su Padre; y entonces desearás estar a su lado para siempre, su ley no será una carga para ti, será un placer porque cuando convivimos con Jesús inevitablemente nos enamoramos de él y cuando nos enamoramos de él deseamos hacer lo que sea necesario para estar siempre a su lado, de ahí vienen la palabra leal. Leal viene del latin legalis, o sea, “lo que es conforme a la ley”. La persona leal es la persona “de ley”, un ser que asume el deber de cumplir lo prometido y mantener las reglas que libremente ha querido asumir. Lealtad es fidelidad al compromiso de defender lo que creemos y en quien creemos, en los buenos y en los malos momentos. Será entonces cuando nuestro Señor nos dirá ¡Bien siervo bueno y fiel!
Cierto famoso filántropo incrédulo, ordenó a sus empleados un viernes, que el sábado por la mañana fue señal puerto para descargar un buque recién llegado. Un joven escribiente suyo contestó tranquilamente: --Señor G, no puedo trabajar los sábados.
--Ya conoce usted el reglamento –le contestó el señor G.
--Sí Señor, lo conozco, y aunque soy el sostén de mi anciana madre, no puedo trabajar los sábados, que son dedicados al Dios que me permite estar vivo hoy.
--Bueno, pues, suba usted al despacho y el cajero le entregará su finiquito—dijo el señor G.
por espacio de tres semanas anduvo el joven buscando trabajo. Cierto día se presentó un banquero al incrédulo señor G., preguntándole si podía recomendarle persona honrada y fiel para cajero de un banco que iba a abrirse. El señor G mencionó al joven que había despedido, recomendándolo como persona a propósito.
--Pero –dijo el banquero--, acaso no usted lo despidió?
--Sí –respondió el señor G--, lo despedí porque no quería trabajar los sábados, -y el hombre le explico sobre la fe del muchacho y su “necedad en respetarla”….y el banquero respondió: Pero un hombre que puede perder su puesto por no violentar su conciencia, servirá bien de cajero de confianza.
La lealtad y fidelidad a Dios se deja ver aún en las pequeñas pruebas, porque quien se ha enamorado de Jesús sabe que el habrá de proveernos de lo que necesitamos, si el dio su vida por nosotros, les garantizo que no hay nada que él no pueda hacer para que estemos bien. Amigos y hermanos míos no duden en ponerse de parte de la justicia de Dios, aun cuando se desplomen los cielos. Porque será entonces cuando escucharemos a nuestro Señor decir; ¡Bien, siervo bueno y fiel! Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu Señor.
Preparémonos para entrar en el gozo de nuestro Señor por toda la eternidad!!!
Keila Olivera Góngora